Atentado en Barcelona


Los cuatro fugados buscados por la policía
       Actualizado el 23/07/2017


     Los recientes atentados de Barcelona y Cambrils, con 15 muertos y más de un centenar de heridos, ha venido a demostrar lo que los especialistas en terrorismo llevaban advirtiendo desde hace muchos meses: no podemos bajar la guardia porque España es uno de los objetivos prioritarios y más simbólicos para los extremistas islámicos. Somos Al-Andalus (sí, Cataluña también comparte esa historia, pese a los movimientos independentistas), uno de los territorios que les pertenecía y que les fue arrebatado. No importa que eso sucediera hace siglos; los símbolos perduran en el tiempo más allá de los hechos. Golpea el terrorismo yihadista una vez más, en medio de la vorágine de un proceso democrático (legal o anticonstitucional poco importa para el caso), cuando las autoridades están más ocupadas de sus trasiegos políticos que del día a día y cuando la tensión entre bandos (en este caso entre Gobierno Autonómico y Central, es más acusada). Actúa el terror en una gran ciudad turística, no de forma gratuita, sino buscando llamar la atención de los medios y afectar, si es posible, a la mayoría de países cuyos ciudadanos, fortuitamente, pudieran circular en ese instante por el lugar de la masacre.



      Dejan, los hechos desnudos, algunos interrogantes que la policía debe resolver. Con el tiempo, algunas incógnitas se han despejado: sabemos ya a quién corresponden los restos mortales de los dos fallecidos encontrados en la casa de Alcanar (Tarragona), conocemos su plan originario, los miembros totales de la célula, cómo se aleccionaron y quién les reclutó, cómo se hicieron con el coche que utilizaron para embestir al control de la avenida Diagonal (Barcelona) Otros siguen en pie: ¿Los bolardos que no se instalaron a pesar de que la Policía Nacional lo propuso en Diciembre de 2016 y que los Mossos rechazaron por no ser una orden de Conselleria de Interior -y no existir motivos fundados para pensar en un atentado en Cataluña según su portavoz entonces- pudieron evitar la tragedia? ¿Avisó o no la policía de Bélgica a la española sobre el Imán de Ripoll? ¿Usaban la masía de Riudecanyes como un lugar de encuentro? Y tantos otros.
Imagen relacionada     Más allá, sin embargo, de lo que sabemos que se repite y de lo que queda por averiguar, debemos preguntarnos qué podemos aprender de lo sucedido. Nos vamos a centrar, no obstante, en un aspecto: lo que nos dice de la operación y del Modus Operandi siempre cambiante del DAESH el análisis de quiénes son los más que presuntos terroristas. Olvidaremos, así, otros aspectos y soslayaremos, por ser un asunto que entra en el análisis político más que criminológico (aunque también), la crítica a las autoridades políticas, que se han fotografiado juntas una vez más pero no han dado sensación alguna de unidad (baste recordar el reproche de los Mossos al optimista anuncio del Ministro del Interior asegurando que la célula yihadista está desarticulada).
     Por el momento, lo que sabemos de los presuntos componentes de la célula es que son doce:

     Younès Abouyaaqoub ha sido identificado como el único responsable directo del atentado con una furgoneta de alquiler en las Ramblas de Barcelona y ya ha sido abatido unos días después, aunque en el momento de la primera revisión de este artículo estaba huido. Tenía 22 años, nacionalidad marroquí, nacido en Mrirt. También se ha despejado la incógnita sobre el grado en el que estaba incolucrado: se sabe con certeza que era el conductor de la furgoneta que provocó la tragedia, que fue él quien asesinó al propietario del Ford Focus (el cooperante internacional Pau Pérez, la víctima número 15) con el que luego arrolló al control policial y que tuvo una presencia destacada en todas las fases de la operación que hasta ahora se conocen.

    Moussa Oukabir, de 17 años, nacido en Ripoll pero de nacionalidad marroquí, su vecino Mohamed Hychami, de 24 años, también oriundo de Mrirt, junto con Said Aallaa, de 18 años, nacido en Naur en Marruecos, murieron la noche del jueves tras atropellar a transeúntes con un turismo a toda velocidad en el balneario de Cambrils. Estos tres y otros dos yihadistas viajaban juntos en un Audi A3 con el que también arrollaron a agentes de los Mossos de Esquadra. Uno de los agentes abatió a cuatro de los tripulantes del Audi y, poco más tarde, otro agente abatíó al último de ellos. En su huida atacaron con un cuchillo a varios transeúntes y llevaban consigo cinturones de explosivos que resultaron ser falsos.
     Otros cuatro sospechosos se encuentran detenidos: tres marroquíes y un español. También son jóvenes entre 2 y 34 años. A uno de ellos, Mohamed Aallaa, el juez instructor del caso ha decidido ponerle en libertad provisional horas antes de redactarse esta actualización, aunque con la obligación de no abandonar el territorio nacional  presentarse ante el juzgado cada lunes. El juez difiere la resolución sobre Slah El Karib, otro de los detenidos, mientras que encuentra indicios de criminalidad en los otros dos: Mohamed Houli Chemlal y Driss Oukabir.

     Finalmente, en la explosión de la casa de Alcanar se han encontrado dos cuerpos de presuntos yihadistas fallecidos en la explosión. Se sospechó desde el principio que uno de ellos pudiera pertenecer a un Imán de Ripoll (Girona), Abdelbaki Es Satty, de 45 años, como ahora se ha confirmado.
Por tanto, hay cinco abatidos, cuatro detenidos, dos fallecidos en la explosión y un huido.

     Si unimos los puntos y sacamos máximo común denominador, encontramos que:
-          Las edades de los terroristas (siempre presuntos), oscilan entre los 17 y los 28 años mayoritariamente, a excepción de dos: uno de 34 y otro de 45. Son, pues, muy jóvenes. Todos son varones.
-          Varios de ellos pertenecían a familias marroquíes humildes, aunque también hay un melillense, la extracción social puede ser muy importante a la hora de entender el malestar con la sociedad actual que los cabecillas de DAESH pueden utilizar para canalizar el desencanto de estos jóvenes y orientarlos hacia el terrorismo. No es cierto lo que se ha dicho sobre que no sufrían problemas económicos. Aluno no tenía tarjeta de crédito, otro no podía poner a su nombre el seguro de un vehículo. Algunos estudiaban en instituciones sociales. La mayoría no tenía un trabajo estable. Queremos decir con ello que no ser "pobre de solemnidad", sino sólo humilde, o tener coche o moto, aunque sólo un trabajo temporal, no significa no pasar apuros o no vivir al día. Daesh no suele buscar jóvenes "pobres" (de hecho, si tienen Internet suelen ser presa más fácil para sus dirigentes), pero sí jóvenes que no estén tan satisfechos con cómo les trata la vida como para que escapen a sus argumentos contra la sociedad occidental.
-          Al menos alguno, de ellos, según ha trascendido, no vivía con sus padres, que seguían residiendo en Marruecos. La ruptura de lazos familiares a edad tan temprana en que se están definiendo y asentando los valores sobre la identidad, los grupos de pertenencia y la sociedad puede ser causa, también, de una sensación de estar perdido que, de nuevo, los reclutadores de DAESH aprovechan a su favor. El problema de la identidad es crucial, de hecho. aunque merece una reflexión mucho más profunda para no equivocar conceptos o recurrir, como la prensa ha estado haciendo, a equívocos. Por ejemplo, haber nacido en España o vivir desde los cuatro años (caso de uno de los terroristas) en este país, jugar en el equipo de fútbol sala o compartir colegio con occidentales no supone, necesariamente, una "integración" real en nuestra sociedad. De hecho, se desprende de algunos comentarios de los propios amigos de los terroristas que ellos se sentían tratados como diferentes. La integración externa, social, por tanto, no debe equipararse con el sentimiento identitario o el sentimiento interior de "estar integrado".
-          La juventud y el desarraigo familiar puede traducirse, también, en una pobre educación en el Islam real. Muchos jóvenes musulmanes de hoy, incluso algunos que son nacidos en países europeos, no son practicantes ni conocen bien su religión. Si caen en manos de imanes integristas pueden ser tierra abonada para el DAESH.
-          Otro punto importante es que todos ellos se conocían, iban a la misma mezquita, vivían en el mismo barrio y eran, incluso vecinos. Por tanto, podían reunirse e intercambiar información libre y asiduamente sin despertar sospechas. A pesar de ello, la fórmula utilizada por el Imán Es Satty, haciendo creer a todos que no conocía a los implicados y promoviendo las reuniones en secreto es, ciertamente, muy hábil y nos tiene que enseñar que el DAESH está en continua invención de nuevos métodos de reclutamiento (o de revisión de los más viejos, como el tú a tú y el reclutamiento en mezquitas), para burlar la vigilancia policial.
-          Al parecer, sabían moverse por Cataluña. La casa que reunía los explosivos con los que presuntamente iban a causar un desaguisado mayor estaba en otra provincia distinta a aquella en la que vivían y la actuación final fue en otra provincia distinta a las dos anteriores. Sin embargo, es posible que estos desplazamientos fueran ocasionalmente y a raíz de planear el atentado. La investigación ha de revelarlo oficialmente.
-          El grupo es numeroso y actuaron al unísono, aunque, una vez algo salió mal en la casa de Tarragona, sus actos se precipitaron y fueron muy desordenados e impulsivos. Esto denota, por un lado, cierta organización, cierto liderazgo que coordine las intenciones y movimientos (lo prueba también el alquiler de varias furgonetas y no sólo de una, la necesaria compra de las más de cien bombonas de butano que se encontraban en la casa de Alcanar…). Pero, a su vez, implica falta de serenidad al afrontar los contratiempos, bisoñez criminal. De hecho, ninguno tenía antecedentes criminales por yihadismo. Así, se confirma la versión oficial que apunta a una coordinación y liderazgo del Imán Es Satty, que actuó de ideólogo, reclutador y formador, al tiempo que se muestra, también, la descoordinación, desesperación y desorden con la que quedaron una vez truncado su primer plan y muerto su líder. 
-          No se trataba de “retornados”. Es decir, no eran personas aleccionadas en Siria por DAESH y regresadas a Europa listos para atentar. Se trata de una célula formada aquí íntegramente y sin experiencia en adiestramiento militar. El único hilo del que pudo tirar la policía previamente a los atentados era el Imán de Ripoll, el único que parece tener contacto con la dirección del DAESH.


Resultado de imagen de ramblas     Con todas estas premisas y lo que de ellas se desprende, tenemos un perfil bajo de terrorista: un joven, varón, de extracción baja, desconectado de la familia tanto física como sentimentalmente (con toda probabilidad), con problemas de identidad y arraigo, pues no se siente de su país de origen al llevar muchos años aquí ni se siente de aquí al no sentirse integrado adecuadamente por los motivos que fueren, descontento también con la sociedad, con ira interior que necesita ser canalizada, inexperto en materia terrorista y, por tanto, “limpio” para la policía (muchas veces realmente sin antecedentes de ningún tipo, aunque no será difícil encontrar, sospecho, entre los de más edad, algún antecedente de agresión, pelea callejera o delitos comunes de poca entidad), que no cuenta con entrenamiento militar ni ha tenido contacto real con dirigentes de grupos integristas del Norte de África. Probablemente, si generalizamos el perfil, en casos como estos los conocimientos sobre el Corán del terrorista los habrá adquirido a través de la mezquita a la que va habitualmente y que, ocasionalmente (no frecuentemente), puede ser dirigida por un imán extremista, o bien la ha recibido a través de algún familiar, amigo o conocido asiduo de esa mezquita pero que muestra signos de radicalidad. En el caso que nos ocupa sabemos ya claramente que se trató de influencia directa del Imán Es Satty. Se mueven entre jóvenes de su misma edad, procedencia y grado de descontento social y, seguramente, discuten con los demás con agresividad cuestiones de religión o identidad musulmana. Tienen algunas ideas delirantes y obsesivas de querer ser alguien y pueden sentir que les falta capacidad para integrarse en un grupo o bien que no es aceptado.

     Esto nos enseña muchas cosas: el DAESH continúa reclutando a jóvenes descontentos, pero los prefiere (de nuevo, como en los viejos reclutamientos de Al-Qaedda) de origen y tradición musulmana, puesto que es más fácil radicalizarles. DAESH ha empleado otras técnicas: desde utilizar jóvenes violentos y descontentos a los que ha “islamizado” puesto que no pertenecían al Islam, hasta lo contrario: islamistas convencidos a los que ha radicalizado. Ahora prefiere utilizar a jóvenes con base islamista pero de poco fundamento, con poco conocimiento real de su religión, de manera que pueda llevar a cabo una “radicalización express”. Escoge varones, tal vez porque piensa que pueden ser más competentes militarmente, o más agresivos y, por tanto, manipulables, o porque creen que pueden moverse con mayor libertad en la sociedad occidental. La forma de reclutar a estos jóvenes ha sido durante mucho tiempo el uso de las redes sociales. Sin embargo, en esta ocasión no ha sido así (parece tener más éxito ese método con “lobos solitarios” que con células organizadas, que necesitan un líder y unos contactos reales y frecuentes). No dudamos de que la dificultad para actuar de los “lobos solitarios” en España se debe a un mayor esfuerzo de la policía especializada para cercar las webs radicales, así como, posiblemente, una caída de estas redes y webs sociales por no disponer de la misma infraestructura que antes tras la guerra en Siria. Por tanto, la mezquita y el reclutamiento de tú a tú vuelve a ser un método asequible y prioritario para DAESH.
     Usar jóvenes “limpios” policialmente y no retornados relaja la vigilancia policial sobre ellos. Pertenecer desde hace años a un mismo barrio hace que no parezcas sospechoso. Sin embargo, ahora sabemos ya lo que en el momento de publicar inicialmente este artículo era sólo una conjetura, que al menos uno de los terroristas debía tener contacto (siquiera vía telemática), con dirigentes de algún grado de grupos radicales yihadistas norafricanos (DAESH, al parecer), ya que han intentado componer un explosivo “marca de la casa”, conocido como la “madre de Satán”, el Triperóxido de Triacetona (TATP), hallado en los atentados de Berlín, París o Londres. Como digo, la investigación ha confirmado que el Imán sí tuvo estos contactos.
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Los terroristas de Barcelona no eran retornados con formación militar
      
      Con todo esto, el análisis, hoy, no es muy diferente del que hacíamos ya en otro artículo de este mismo blog: debemos trabajar desde las autoridades e instituciones políticas y religiosas para una mejor y mayor integración de los musulmanes (en este caso) y una convivencia realmente cohesionada y armónica. Hay que impedir que los adolescentes y jóvenes se sientan marginados, incomprendidos o desarraigados de los que les rodean. Permitir facilidades para conseguir rápidos y eficaces agrupamientos familiares, impidiendo familias rotas o desestructuradas. Movilizar también a los servicios sociales en ese sentido y  fomentar lazos de unión con las comunidades musulmanas en los barrios, las ciudades o los colegios. Si todos nos sentimos vecinos y amigos es mucho más difícil que DAESH convenza a nadie de que somos el enemigo (tanto un bando como el otro). Sin embargo, esto no garantiza nada porque estos chavales, en concreto, parecían integrados en la sociedad de su barrio. Incluso alguno jugaba en el equipo de fútbol sala del barrio. Por tanto, la vigilancia policial debería estrecharse también sobre los grupos de jóvenes aparentemente integrados pero que muestren el resto de características, desarraigo familiar, separación de padres o amigos, insatisfacción social, etc. También se ha dicho que algún cambio debió operarse en los últimos meses en ellos, fruto, posiblemente, del influjo que ejercía sobre ellos el Imán de Ripoll. Observar los cambios en el comportamiento de los jóvenes (y, en especial, aquellos que puedan apuntar a una radicalización ideológica, como el mostrarse muy combativos a la hora de hablar de religión, si antes no lo eran), puede servir de ayuda para detectar futuros yihadistas,
     Al lado de una importante labor social, que podría, seguro, completarse con muchas más propuestas de las que aquí señalamos, dado que requeriría un más concienzudo análisis, es importante la educación en la comprensión, la tolerancia y los valores democráticos en las comunidades musulmanas y hacia las comunidades musulmanas. Los políticos y algunos medios de comunicación deberían también relajar el nivel de lenguaje “combativo”, cuando no abiertamente bélico, que utilizan contra los musulmanes, las comunidades inmigrantes o los refugiados (la posible infiltración terrorista se ha llegado a esgrimir como motivo para no permitir la entrada de  refugiados sirios y de otras nacionalidades con mayoría islamista, permitiendo lesionar los derechos de una multitud por el miedo a unos pocos, una batalla que parecen estar ganando los terroristas). También se deberían adoptar medidas mucho más francas y eficaces contra la financiación de terroristas o restringir (mejor anular) los apoyos a países que den su apoyo directo o indirecto (venta de armas, infraestructuras, permisividad en la radicalización salafista…) a los yihadistas.


       Por otra parte, no menos importante, está la respuesta policial, en dos órdenes: el preventivo y el restitutivo. En otras palabras: por un lado la prevención, con la vigilancia atenta de las comunidades musulmanas (sin menguar sus derechos o hacerles sentir perseguidos), especialmente de corpúsculos que incluyan el perfil que pueda trazarse de los reclutados y el control de los imanes, así como la cooperación amistosa y estrecha con los propios representantes de la religión islámica y personas influyentes en cada mezquita o barriada, para lograr que los propios musulmanes comuniquen comportamientos sospechosos o radicalizaciones extremas de sus integrantes y, además, la mejora de la cooperación entre cuerpos policiales, el flujo de información y el perfeccionamiento y colaboración de los Servicios de Inteligencia (y los bolardos, ¿por qué no?). Por otro lado, el perfeccionamiento de los operativos antiterroristas, el rápido flujo de datos para lograr la identificación y detención de los sospechosos, el manejo de información previa que permita relacionar hechos aparentemente aislados y evitar nuevos atentados, el esfuerzo en detectar a reclutadores y células y la rapidez en el cierre de operaciones que haga infructuosos los esfuerzos y deseos de los yihadistas por prolongar el dolor general (el de los familiares de las víctimas es mucho más complicado de frenar) y la permanencia en los medios de comunicación y redes sociales.

     Me permito añadir, para concluir, al texto original del artículo ya actualizado, un párrafo más. No cabe aquí una extensa reflexión sobre la islamofobia que pude despertarse (se está despertando) teniendo como excusa la matanza de Barcelona. La religión del Islam es una religión de paz y, quien la conoce bien, sabe que DAESH manipula el mensaje de esta religión para sus fines. Ni acabar con Occidente es el fin del Islam, ni los musulmanes reales (mucho menos en occidente, donde los conflictos bélicos no nublan las emociones), desean ningún atentado. Plantear lo contrario, incitar a la violencia contra la comunidad musulmana por el hecho de serlo o avalar políticas o ideologías "preventivas" en la que paguen "justos por pecadores" o se considere al musulmán honrado un "daño colateral" de los yihadistas radicales es tan absurdo y estúpido como pretender que todos los sacerdotes católicos deberían responder ante la ley por pederastia o todos los varones por violencia de género. Las generalizaciones acaban cayendo en el absurdo y lo ridículo, pero tienen un peligro mayor: generar más violencia y más delito.


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